Ernesto Silva

El enemigo es la inflación

Las últimas han sido semanas de amplio debate político...

Por: Ernesto Silva | Publicado: Viernes 30 de marzo de 2012 a las 05:00 hrs.
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Las últimas han sido semanas de amplio debate político. La reforma tributaria, el conflicto en Aysén, el debate sobre la representatividad del sistema político, la renuncia de Rodrigo Álvarez al Ministerio de Energía, entre otras materias, han copado los espacios de discusión pública.



Los actores políticos, los ciudadanos y los medios de comunicación claman por más beneficios para los chilenos, especialmente para los más pobres y para la clase media. Lamentablemente, se espera que la respuesta a estos problemas venga a través de gastar y gastar más, entregando beneficios y comprometiendo esfuerzos cuyas consecuencias negativas pueden ser aún peores que los beneficios que pueden generar. Para algunos el enemigo a combatir es el Estado que aporta pocos recursos. Para otros, son los que hoy tienen mucho y que han acumulado mucha riqueza.

A mi juicio, el enemigo es otro. El principal enemigo de los chilenos, y especialmente de aquellos más pobres y de clase media, es la inflación. Ahí pareciera estar un problema central en el día a día de las familias: ver que a pesar del aumento de las remuneraciones, el poder adquisitivo disminuye dada las alzas de los precios de los insumos relevantes para la vida. Si miramos las cifras, éstas nos llaman a la reflexión.

La inflación en 12 meses llega a 4,4%. Sin embargo, ciertos ítems y productos han aumentado con fuerza en el último tiempo. El IPC de frutas y verduras alcanza el 24% en 12 meses, y viene subiendo con fuerza en los últimos meses, y el de combustibles llega a 8,2%. Algunos productos básicos presentan alzas muy significativas en los últimos dos años: transporte interurbano (58,6%), papas (57%), transporte urbano (48%), carne (31%).

El impacto de la inflación en la pobreza es brutal. El aumento de los precios afecta directamente a quienes destinan todo su ingreso a consumo. Pero la inflación no sólo impacta a la pobreza, sino también a la inversión (efecto en las tasas) y en la confianza en la toma de decisiones de los actores en el mercado. Además, la inflación tiene un efecto político potente, y ad portas de enfrentar años electorales, ésta se transforma en un jugador relevante.

Es urgente el llamado al gobierno, al banco central y los líderes políticos, a entender que un enemigo central de la acción política debe ser el combate a la inflación.

En el caso del Banco Central, el análisis y decisión oportuna sobre la tasa de interés es el elemento central. En el caso del gobierno, la forma en que se ejecute el gasto público y la forma en que se planifique el presupuesto del próximo año son elementos centrales.

De hecho, respetando los compromisos de balance estructural y otros acuerdos, el gasto público no debiera crecer más que el crecimiento del producto.

Cuando hoy se discute cuál debe ser el discurso popular de un gobierno que conduce el país en beneficio de los chilenos, especialmente de los más necesitados, el combate principal y de justicia es ayudar a que no se deteriore su poder adquisitivo. La inflación es la prioridad, antes que las reformas tributarias, políticas y electorales.

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